miércoles, 22 de febrero de 2012

Preguntas de flor en flor.


El primer día cayó la semilla al suelo.
Al segundo fue enterrada por el viento.
En el tercero era parte de la madre Naturaleza.
Al cuarto empezó a crecer protegida de los elementos.
Durante el quinto día se asomo un tímido brote.
Y en el sexo fue cogiendo fuerza para hacerse más alto y fuerte.
Al séptimo día ya tenía hojas quititas para coger la luz solar.
En el octavo día ya era todo un tallo con sus hojas y sus sueños.
Al noveno se plateo si quería ser árbol o flor.
Y fue en el décimo día cuando decidió convertirse en una linda flor.
Fue durante el onceavo día cuando se hizo famosa.
Y en el duodécimo sintió la soledad y empezó a pensar.
En la mañana del decimotercer día alzo la cabeza al Sol y le preguntó:
                ¿Sabes por qué estoy aquí abajo?
                ¿Eres único como yo?
                ¿Te sientes solo?
                ¿Qué ves desde ahí arriba?
                ¿Hice bien en ser flor y no árbol?
                ¿Tú también tienes sueños?
                ¿Crees que se cumplirán tus sueños? ¿Y los míos?
                ¿Qué opinión tienes de mí?
                ¿Quieres hablar?
El Sol la respondió a todas y cada una de sus preguntas con el idioma de los astros luminiscentes; una lengua que la flor no entendía.
Fue durante la noche de decimotercer día cuando la flor decidió preguntar a la Luna:
                ¿Tú sabes hablar el idioma del Sol?
                ¿Estás enfada con el Sol?
                ¿Por qué eres tan pálida?
                ¿Estás triste?
                ¿Eres de verdad la Luna?
                ¿Sabes si algún día seré feliz?
                ¿Crees que una flor se puede enamorar?
                ¿Por qué nos dedican tantos poemas?
                ¿Es porque somos famosas?
                ¿Quién crees que es más hermosa? ¿Tú o yo?
                ¿Crees que alguien piensa en ti?
    ¿Te has enamorado alguna vez?
La Luna con la paciencia de una madre respondió con amabilidad a todas sus preguntas, pero lo hizo en la lengua de los astros poetas y aunque la flor no lo entendía sabía en lo más hondo de su corazón la belleza de esas palabras.
Y desde el decimocuarto día la flor preguntaba a todos que veía las preguntas que les hizo al Sol y a la Luna, pero siempre empezaba diciendo:
¿Tú quien eres? ¿Puedes responder a mis preguntas?

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