En el sur de Italia había
un pequeño pueblo de artistas, en el que todos tenían un talento innato para
hacer obras de arte, ya fueran esculturas, pinturas, composiciones musicales o
escritos. Por todas las partes del pueblo se podían ver esculturas de cuerpos
más perfectos jamás esculpidos, pinturas que lucían los rostros más hermosos
jamás pintados, se oía en cada rincón las melodías más dulces jamás tocadas y
se podía leer en las paredes los poemas más conmovedores jamás escritos.
A pesar de que ser un
pueblo hermoso la gente no era feliz y evitaba por todos los medios posibles
mirar, escuchar y oír aquellas obras de arte que ellos mismo hacían; en
realidad las odiaban porque vivían acomplejados por aquello que los rodeaba
nadie se sentida lo suficientemente atractivo, ni lo suficientemente guapo para
hacer frente las esculturas y cuadros, ni con la voz suficientemente hermosa
para cantar al ritmo de la música o recitar los poemas; y por eso todos miraban
al suelo o se tapaban los ojos y las orejas para aislarse del mundo.
Un día llego al pueblo un
trotamundos y nada más entrar en el pueblo se quedó fascinado por aquello que
veía; nunca había visto tantas cosas hermosas juntas ni había leído poemas tan
bonitos ni melodías tan delicadas pero el trotamundos en vez de sentirse
acomplejado se sentía feliz de poder disfrutar de todas esas obras de arte.
Mientras caminaba por el pueblo guiado por la música vio a una joven con los
ojos vendados que tocaba el violín. Se acerco a escuchar esa música tan
delicada que producía; cuando termino de tocar el trotamundos la preguntó por
qué no se quitaba la venda para ver toda la belleza que había a su alrededor y
ella con voz triste le dijo que no porque no era lo suficientemente guapa, ni
lista, ni talentosa como para verlo, tengo demasiados defectos no soy perfecta
como lo es el arte que ves.
El trotamundos no se creía
lo que oía, a él esa chica le parecía hermosísima por eso no aguantó más y le
quitó la venda de un tirón mientras decía: “cada persona es una obra de arte
única y los defectos que se tiene la hace aún más especial; además no importa
el exterior sino como se es por dentro y te aseguro que por dentro eres lo más
hermoso de todo el mundo. ¡Tienes que estar orgullosa de ser como eres para
poder ser feliz! No puedes esconderte de las cosas como si fueras una
avestruz.”
La chica impresionada por
lo que la habían dicho se mudó a otro pueblo donde ya no tuvo más complejos y
pudo vivir feliz.
A partir de se día los
habitantes del pueblo poco a poco fueron aceptándose como eran y valorando las
obras de arte que son las otras personas.
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