martes, 27 de marzo de 2012

El Marionetista


Hilos finos de blanco azulado, luminosos y opacos  van descendiendo entre las sombras en busca de su marioneta. Buscan su lugar en la pequeña figura de madera para que en las manos del Marionetista pueda volver a la vida. Cuando por fin llegan a su objetivo se colocan con gran precisión en cada extremidad y articulación. Ahora está terminada la marioneta y pasa a formar parte de la colección.
Es una gran colección; hay una marioneta de todo. Hay de reyes de todos y cada uno de los países del mundo y de todas las épocas; hay de príncipes y princesas; malvados dragones y horribles trolls, hadas y ninfas de los bosques, hay árboles y toda clase de animales, incluso tiene multitud de piedras la colección, hay de todo… incluso una marioneta de la Muerte. Es una colección magnífica y única. Todas y cada una de las marionetas son de madera de gran calidad y la pintura es excepcional, les da un gran realismo. Son tan realistas que parece que estuvieran vivas y durmiesen pudiendo despertar en cualquier momento. Todas estas guardas en el carromato del Marionetista que con su dulce balanceo parece intente hacer que sigan durmiendo.
En una noche sin luna ni estrellas, una noche de lluvia el carromato del Marionetista llega a una aldea. Rápidamente monta el escenario y la carpa.
Es una carpa enorme, de tela resistente e impermeable; en el centro tiene un pequeño tragaluz para que entre un poco de luz. La carpa tiene un dibujo de rayas sinuosas en negro y rojo. Dentro está el escenario. Es enorme, entero de madera de olmo; tiene unos grandes telones de terciopelo verde y justo encima del escenario y a la mitad del mismo hay dos grandes mascaras de oro y plata. Una representa la comedia con una gran alegría  en oro; y otra representa la tragedia con una gran pena en plata.
Ya está todo montado y la función va a comenzar.
El Marionetista anuncia con voz profunda que la obra va a comenzar y que el título de la misma es: “El amor correspondido por error”. Es un título que promete así que todo el pública se sienta y aguarda en silencia a que empiece la obra.
En la obra salen: un joven y apuesto campesino, su perro, la amada del campesino y la Muerte. Es una tragicomedia en la que se relata como el joven campesino intenta conquistar el amor de su amada con la ayuda de su perro. Llega un momento en que la amada muere y el joven campesino decide ir a buscar a la Muerte para que la devuelva a la vida. La Muerte le pone una serie de pruebas para saber si es verdadero amor lo que siente por la amada; el campesino las supera consiguiendo así que su amada vuelva a la vida. Cuando vuelven al mundo mortal la amada le confiesa que está enamorada de la muerte y que se va a casar con ella. Al final hay una gran boda entre la Muerte y la amada pero termina de forma trágica al morir el perro envenado por la amada puesto que el perro también amaba a la muerte, el campesino envenado por el perro en venganza por haber hecho que la amada se case con la Muerte y la amada muere al beber el veneno que había puesto el campesino en la copa de la Muerte para matarla. La obra termina justo en el momento en que muere la amada y con la jocosa frase de la Muerte: “Es que se mueren por mi huesos”, mientras se levanta un poco la túnica y enseña una de sus huesudas piernas.
La gente ha reído y llorado con la obra pero con el final se parten ce risa. De una risa profunda como si se les fuera el alma en ella.
Hilos finos de blanco azulado, luminosos y opacos  van descendiendo entre las sombras en busca de su marioneta. Debajo de ellos está el público que ahora parece congelo en una profunda carcajada.
En la oscuridad de la carpa se distinguen las máscaras de la comedia y la tragedia que imbuidas por una misteriosa luz que las hace parecer brillar por si solas. En sus ojos se ven dos pequeñas chispas azules cargadas de misterio. En cambio de sus bocas salen esos extraños hilos de luz y sombras. Unos hilos que descienden con calma en busca de sus presas; en busca de las nuevas marionetas que formarán parte de la colección.
Ahora reposan un una carcajada inconclusa multitud de Marionetista. El marionetista las recoge y las guarda pasando a formar de forma definitiva parte de su colección. Desmonta el escenario y la carpa. Y en la noche sin luna ni estrellas, noche de lluvia se monta en su carromato poniéndose de nuevo en camino.
En busca de nuevo público. En busca de nuevas marionetas.

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